En los tiempos que corren de incertidumbre, caos y desconcierto, una parte muy importante es la confianza en quien nos lidera. Yo misma me repito cada día una frase parafraseada del líder de la oposición en Portugal Rui Rio, » en todo lo que pueda ayudar, debo ayudar y respetar las decisiones tomadas ya cada pequeño gesto de nosotros es la suerte de todos».
Qué complicado es el liderazgo en tiempos difíciles, ¿no? Precisamente el otro día realicé un curso online de Harvard Business School donde Nancy Koehn ejemplificaba las características de un buen líder a través de la figura de Ernest Henry Shackleton.
La expedición Imperial Trasantártica
Resumiendo mucho, la historia de Schackleton dice así:
En 1914 se publicó un anuncio de reclutamiento en Times para poder llevar a cabo una expedición encabezada por Schackleton para cruzar por primera vez a pie la Antártida. Se lograron reclutar a 27 hombres para una expedición calculada al milímetro salvo por un pequeño enemigo: el hielo. El 18 de enero de 1915, el Endurance (así bautizaron al buque de la expedición) quedó atrapado en el hielo haciendo imposible continuar la marcha. A bordo estaban toda la tripulación y su capitán, Shackleton.
El liderazgo de Schackleton
Ante una situación complicada (no hace falta llegar al extremo de nuestro protagonista) todos sabemos que la cabeza puede más que el cuerpo. Schackleton definió a este concepto «mental medicine«; es decir la capacidad de mantenerlos positivos y optimistas sabiendo transmitir el cometido que tenía cada uno de los miembros y la importancia para la consecución de la supervivencia de todos.
En el curso nos enseña que la primera lección de un líder debe ser el manejo de la energía de tu equipo, conseguir la cohesión de todos ellos para mantenerlos siempre en el umbral de rendimiento óptimo. Mantener un balance entre productividad y sentimiento de equipo.
El cambio en la estrategia
El capitán de nuestra historia tuvo que ser flexible para asumir, gestionar y digerir un nuevo plano de expectativas después del fatal accidente muy alejadas de su ansiada realidad. Ya no pisaría la Antártida en esa expedición, ni sabría si saldría vivo de ahí para plantearse pisarla alguna vez pero no podía permitirse esos malos pensamientos.
Su misión como líder ahora era mantener credibilidad en su equipo y empoderarlos para que ellos mismos confiasen en que iban a salir de ésta (y confiar él mismo también). Nadie es capaz de infundir confianza en algo si él mismo carece de ella. Por tanto el segundo aprendizaje es ten clara una estrategia pero ten siempre abiertos los sentidos para poder cambiarla si lo requieres.
La importancia del «todos a una»
Un buen líder ha de dominar el conflicto. Saber manejar los enfados y pequeños rifirrafes que se pueden producir en el día a día. Schackleton diseñó una estrategia que consistió en aquellos más disidentes y potencialmente disruptores del grupo eran los que compartían tienda con él en los campamentos improvisados que iban construyendo mientras esperaban el rescate. Este simple ejercicio le permitía controlar la energía del grupo que mencionábamos antes. Todos influimos en la energía grupal y tenemos una responsabilidad una vez que tomamos consciencia de ello.
La tercera lección que me gustaría destacar es que no todas las personas de un equipo quieren lo mismo, ni perciben las cosas de la misma forma ni digieren los imprevistos a la misma velocidad. Hay que saber entender, empatizar y adaptarse para individualizar el liderazgo dentro de un grupo con el fin de alinearnos en el todos a una.
Finalmente a finales del 1916, se acabó la pesadilla de Schackleton y sus hombres ya que lograron ser rescatados sin ninguna baja. Sin duda, un ejemplo de supervivencia, tesón y esperanza que pone de manifiesto las bases de un buen líder.