Todos los productos tienen delante un precipicio cuando entran en un mercado donde hay otros que se les parecen y además tienen un precio inferior. Este mercado indiferenciado en el que normalmente se compite en precio solo queda como única opción ofrecer un valor añadido extra a tus productos que los clientes aprecien, hasta el extremo de considerar tu producto diferente.
La personalidad de una marca
Definir la personalidad de una marca es un requisito para competir en cualquier tipo de mercado, pero cobra mucha más relevancia en aquellos indiferenciados y es una de las primeras tareas que debemos acometer en un lanzamiento de producto. Esta necesidad viene impulsada por la alta valoración que muestran los consumidores hacia aquellas marcas que tienen una razón de ser, que encajan en unos valores determinados que va más allá de los beneficios económicos. La definición de una historia coherente, atractiva y que dote de unos rasgos característicos es un must para las marcas que compiten en un mercado global donde los consumidores favorecen las empresas responsables y auténticas. El alma de una marca ha de poder vivirse a través de las experiencias que genere la marca en todos los touchpoints con los clientes o posibles clientes.
Comur, la Conservera de Portugal
Estas vacaciones he estado visitando O Porto y he podido conocer una marca que realmente tiene ese alma que os comentaba. Fue una hallazgo casual, fugaz pero muy gratificante al ver que hay marcas que aun con productos commodities, son capaces de hacer cosas fabulosas.
La marca a la que estoy haciendo referencia es Comur y sí, venden nada más y nada menos que conservas (en concreto 24 referencias de conservas desde la sardina hasta el bacalao, pasando por el pulpo, el salmón, los mejillones o incluso las famosas anguilas en escabeche).
Comur ha creado un universo propio que ellos mismos denominan «el fantástico mundo de la sardina portuguesa». La sardina es la joya del océano Atlántico y ellos la han convertido en un icono de Portugal ambientado en una atmósfera de explosión de color, sonido, luz y fantasía. Es impresionante entrar en la tienda, ya que de repente te trasportas a una especie de circo, un universo paralelo que difiere de cualquier tienda de conservas en la que hayas podido estar antes.




Las imágenes hablan por si solas, pero además la atención al cliente fue de otro nivel, teniendo in situ degustaciones del producto con una persona 100% dedicada que explica los productos sin presión de compra.
Si os fijáis en la última fotografía se puede observar una lata color dorado. Este concepto fue creado también por ellos y es básicamente la sardina sin piel, ni espinas, en aceite y con «pepitas de oro comestible». La sardina portuguesa bañada en oro, del océano a tu paladar por un módico precio. Era el producto estrella en la tienda y el que más miradas de turistas cautivaba. ¿No es asombroso lo que un buen storytelling es capaz de hacer por nuestros productos?
Y ahora toca el momento de reflexión, si en un mercado indiferenciado y a mi parecer poco sexy como el sector conservero han conseguido hacer esta maravilla… ¿qué excusas nos quedan ya para ponernos a dotar de personalidad a nuestras marcas?