¿Cómo autogestionar nuestras propias emociones?

Uno de los temas que más sale últimamente en mis conversaciones es el de la gestión emocional. Como ya mencioné en el anterior post, las emociones son la brújula que nos guía en el día a día y por eso creo firmemente que aprender a lidiar con nuestros cambios emocionales es un must al que todos deberíamos aspirar.

La reflexión sobre la que escribiré hoy ha surgido de una de esas conversaciones emocionales y conceptuales a partes iguales; de las que a mí me gustan. Intensitas.

Básicamente la conversación giró sobre el concepto viraje emocional y la articulación del mismo desde nuestras capacidades de análisis y gestión. Probablemente os estaréis preguntando qué es eso del viraje emocional, así que vamos a empezar por definirlo.

Viraje emocional: capacidad de cambiar de una emoción a otra en un corto período de tiempo siendo ambas emociones dispares entre sí.

Es decir, por ejemplo, pasar de un estado depresivo o de angustia a un estado de paz interior sería un viraje emocional o pasar de una estado apático a una euforia extrema. Son cambios rápidos y que comprenden una carga energética y de voluntad brutales, ya que son emociones muy separadas en la escala sentimental. 

Bases para generar espacios emocionales positivos

Tal y como he dicho arriba, el viraje emocional es un gasto energético y un esfuerzo de voluntad muy grande, así que lo ideal sería dar los menos virajes posibles y tender a una estabilidad generando espacios emocionales positivos. Para conseguirlo tendríamos dos pilares: nuestro yo interior y las personas que nos rodean.

– Nuestro yo interior: las palabras que habitamos, que nos decimos a diario, condicionan nuestra personalidad  y analizar cuales son y el tono empleado es una gran ayuda para conocernos. Si percibimos que nos decimos solo palabras negativas, o que maldecimos todo lo malo que nos pasa, sin mirar lo bonito que tenemos ante nuestros ojos, seguramente haya que empezar la estrategia de control emocional desde aquí. ¿Cuantas veces estamos en un atasco con una lluvia impresionante y en vez de ponernos histéricos decidimos ponernos a mirar cómo se deslizan las gotas desde el cristal y aprovechar ese rato de evasión? ¿Cuántas veces llegamos a un sitio donde hay una cola inmensa y nos enfadamos por tener que esperar en vez de dedicar ese tiempo a entablar una conversación con la persona de al lado y sacar rendimiento a ese tiempo «perdido»? Con todo esto lo único que pretendo hacer ver es que  el cómo nos tomamos las cosas y cómo nos hablamos a nosotros mismos repercute en la imagen que reflejamos al exterior pero sobre todo, en cómo nuestro cerebro procesa las cosas que nos pasan.

– Las personas que nos rodean: estar con personas positivas tiene una influencia enorme en las palabras que habitamos, en las palabras que perduran en nosotros  y en el cómo nos las decimos haciendo que las tengamos accesibles en los momentos malos. Podríamos simplificarlo diciendo que las personas positivas que nos rodean son nuestra biblioteca de palabras bonitas, nuestro recambio léxico. Nos ayudan a amortiguar los virajes y tener una mundo interior más sano. Me refiero a esas personas que nos dan valor, que son capaces de leernos entre líneas, de ordenarnos aún ni cuando nosotros mismos sabemos por dónde empezar, que nos consiguen sacar lo mejor y nos dan esas ganas de superarnos día tras día.

Análisis de la gestión emocional

Uno de los problemas que más observo y con el que me he encontrado desde hace años es la dificultad que tenemos (tengo) de identificar qué sentimos y cómo hacernos sentir mejor cuando estamos mal. Descubrir qué nos calma y qué nos hace relativizar una mala experiencia. Conocer qué o quien nos anima a dar ese viraje emocional que he mencionado al principio. Normalmente suelen ser los amigos con un «No te ralles», «No era para ti»; tus padres «Siempre estaremos muy orgullosos de ti», «Para nosotros eres el mejor»; o tu pareja «Todo saldrá bien», «Ahora piensa en otra cosa»… Me explico, siempre acabamos dependiendo de otros para sentirnos bien y al darme cuenta de esto, es cuando el tema de gestionar nuestras propias emociones empezó a cobrar sentido en mí. Quizá fue el irme a vivir una experiencia al extranjero y sentirme más sola, un simple proceso de crecimiento o aumentar mis conversaciones con gente más experta y con mucho conocimiento; pero el hecho es que autogestionarnos es la clave de la felicidad. Ni Coca Cola, ni el dinero, ni nada que se le parezca, la felicidad empieza en nosotros mismos.

¿Cómo autogestionar nuestras propias emociones?

Las sensaciones buenas siempre son más fáciles de gestionar que las sensaciones malas, así que me centraré en estas últimas. El primer paso sería ordenarnos. Intentar desprendernos de la parte emocional y poner racionalidad a la situación.

El modelo de autogestión lo he conformado como un cubo en 3D teniendo como coordenadas la gravedad del problema, o asunto que nos hace sentir mal, la influencia que tiene en  nosotros y como de responsables hemos sido de la generación de ese hecho que nos provoca malestar.

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– La coordenada X sería la que marcaría tal y como vemos en la imagen, la gravedad. Cierto es que cada individuo considera hechos más o menos graves según sus experiencias vividas, factores económicos, culturales o circunstancias en ese momento. Así mismo, no es igual quedarnos sin batería estando con amigos, que quedarse sin batería estando solo y perdido. O no es igual tener que operarte de urgencia teniendo el dinero para hacerlo por una privada que tirarte años esperando en una lista de espera hasta que consigas ser operado por la seguridad social. Por eso es una autogestión personal, porque debemos dotar nosotros mismos bajo nuestra perspectiva la gravedad del asunto. Cuanto más ancha salga nuestra figura, más grave será.

-La coordenada Y sería la que representaría la influencia. Yo misma he llegado a sentirme muy mal por problemas que analizándolos en importancia y gravedad, no lo son. Por eso ésta es la más importante, cómo llega ese algo a influir en nosotros. ¿Está realmente alineada la importancia y la influencia? Cuanto más estemos dejándonos influir por tonterías, más estaremos alejándonos de una estabilidad emocional y más energía estaremos gastando cada día en virar de nuevo hasta el punto de paz interior y felicidad. Cuanto más alta sea la figura, más estaremos siendo influidos y menos control emocional estaremos teniendo sobre ese hecho. Así, una figura estrecha y muy alta nos estará indicando que nos preocupamos en exceso. O una figura ancha y sin apenas altura puede indicar una estado de apatía en el cual no generamos emociones a pesar de tener problemas importantes en nuestra vida.

-La coordenada Z nos mostraría la responsabilidad. ¿Qué parte de responsabilidad individual ocupamos en un hecho concreto? Este eje nos permite analizar hasta dónde hemos hecho las cosas mal o a liberarnos en el caso de que no hayamos sido causantes. En la vida nos habrán pasado y nos pasaran cosas que nos produzcan malestar y  que no podremos evitar, y donde nuestro rol no ha sido desencadenante. Un ejemplo personal sería el divorcio de mis padres, hecho que tiene una gravedad y una influencia pero del cual no he sido responsable. También podría ser aplicado a un despido general por falta de dinero para pagar las nóminas o a un problema de salud cuando hacemos ejercicio y comemos sano regularmente. Si la figura es plana, significaría que no somos responsables y que por lo tanto, debemos aceptar e intentar que influya lo menos posible. Si en cambio presenta volumen, quizá deberíamos empezar por asumir responsabilidades, mirar lo que hemos hecho mal y aprender para no volver a vernos en una situación similar.

Al final, todo empieza en nosotros

Poco más tengo que decir, este es el esquema que instintivamente creo que llevo usando toda mi vida y que por causas varias he decidido plasmarlo como recordatorio por si algún día se me olvida. He regalado demasiados momentos de preocupación a causas irrisorias en importancia y cada vez que veo que en realidad es algo generalizado, me he tomado la licencia de ser esa persona que os haga habitar unas palabras que os ayuden a mejorar el cómo nos tomamos los obstáculos del día a día de forma más productiva y racional.

 

Escrito por

Graduada en Biotecnología por la Universitat de Barcelona, master en Marketing farmacéutico en EADA y master online MBA. Curiosa por naturaleza, pragmática y con una alta orientación a resultados. Otros datos adicionales es que he sido elegida entre 3000 jóvenes como Future Leader para el programa The Power MBA, he sido ganadora del concurso #EstudiantesConTalento en su primera edición y soy coautora del ebook "La gestión del talento en la era digital" editado por Foxize School.

Un comentario sobre “¿Cómo autogestionar nuestras propias emociones?

  1. Muy buen artículo, Estefanía.

    Personalmente considero que esos tres ejes son básicos para la gestión de las emociones pero si me tuviese que quedar con uno, seria la Gravedad. Para mí, este eje sería primordial ya que los problemas dependen de nuestros marcos contextuales, imaginario y procesos de simbolización y por tanto, podemos ser (que no es fácil) capaces de darle una mayor o menor importancia/gravedad.

    En este sentido, los otros dos ejes (responsabilidad e influencia) estarían al servicio de la Gravedad y ayudarían a determinarla.

    En cualquier caso, tal y como decías, la gestión de las emociones es esencial para avanzar tanto en nuestra vida personal como profesional y en cierta medida puede suponer mucho más que nuestro CV o estudios.

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